La Terapia Familiar Sistémica se apoya en la idea de que las relaciones familiares forman una parte clave de la salud emocional de cada miembro de esa familia. Este tipo de terapia puede ayudar a las personas que se preocupan por los demás miembros de la familia porque están siendo conscientes de que sucede una situación que genera malestar, ayudando a encontrar maneras de hacer frente a esa situación, ya que está afectando a sus relaciones y está generando una tensión en la unidad familiar que engloba a todos.
Los problemas más habituales con los que un terapeuta familiar suele trabajar son los acontecimientos estresantes de la vida cotidiana o situaciones traumáticas que hayan tenido lugar en un pasado como, por ejemplo: la ruptura a partir de un divorcio y separación de la unidad familiar, enfermedad o muerte de un ser querido, y etapas de transición de desarrollo de la familia que pueden causar malestar.
Los conflictos interpersonales, entre padres e hijos, problemas relacionados con el ámbito académico o el trabajo, dificultades psicosexuales, entre otras, también pueden ser explorados a través de la Terapia Familiar Sistémica.